martes, 16 de diciembre de 2014

Zona Wi-Fi

 
Son las dos de la madrugada cuando el teléfono suena.
- ¿Diga? - murmullo yo, medio dormida.
- Soy yo... - La reconozco inmediatamente. Suena asustada, la voz le tiembla. - Necesito tu ayuda, tú eres filóloga y sé que vas a entender, ¿puedo venir a tu casa?
- Pues claro, ni me preguntes, ya te estoy esperando.
Dos minutos más tarde llaman a la puerta. Me echo a correr a abrirla. Allí estaba ella, La Lengua Española con el aspecto más lamentable que os podéis imaginar.
- ¡¿Pero qué demonios te ha pasado?! - exclamo yo mientras le dejo entrar.
- Ha sido culpa mía, he entrado en la zona prohibida.
- ¡¿De verdad?! ¡Pero tú sabes que es muy peligroso para ti entrar en la Zona Wi-Fi! Mira cómo te ves ahora: estás para el arrastre. A ver, cuéntame todo. ¿Por qué tienes el pelo cortado de manera tan desordenada?
- Pues allí cortan las palabras y las frases por no esforzarse a escribirlas de forma completa... «xq» equivale a «porque», «tb» a «también», «alq» a «aunque»...
- ¿Y por qué te faltan unos dientes?
- Es como la pérdida de sonidos: «scrib» en vez de «escribe», «pa ke» en lugar de «para que»...
- Esos brutos... No se dan cuenta cómo te están dañando el aspecto físico. ¿Y la forma de tu cuerpo? ¿Dónde se ha perdido? Ahora te ves como un bulto sin contornos claros.
- Es la falta de acentuación: nada de comas, puntos o cualquier otro signo gráfico que pueda crear un aspecto formal y también lógico de las oraciones, que ahora simplemente van en una secuencia interminable y sin ningún tipo de segmentación.
- ¿Y eso de la ropa? Toda hecha de trozos de tela que no van bien juntos...
- Es la sintaxis concatenada. Allí, en el ciberespacio, las frases breves se añaden comforme vienen a la mente de quien escribe, todo se planifica sobre la marcha. Lo de construir una estructura elaborada se considera pasado de moda.
- Debes de sentirte muy deprimida después de tal comportamiento hacia ti, ¿no?
Antes de contestarme se saca del bolsillo una «carita» que expresa la emoción de tristeza, se la pone en la cara y luego contesta afirmativamente.
-¿Pero por qué necesitas este emoticono para contestarme?
- En la Zona Wi-Fi la gente lo hace así. Nadie se sirve de las palabras para expresar sus emociones. Para eso están inventados los recursos escrito-visuales, conocidos como emoticonos.
- Bueno, ¿cómo te puedo ayudar? Te puedo llevar a la hospital si quieres.
- De allí vengo. Los doctores lingüistas no me han ayudado mucho. Me han hecho una análisis detallado y me han comunicado las siguientes conclusiones:
     - Ese comportamiento lingüístico no pone mi vida en peligro, se trata de heridas externas e incluso lo han llamado simplemente «un aspecto diferente»; mi organismo puede seguir funcionando así que ellos no se ven en la necesidad de ayudarme, siempre que las heridas no pasen «la superficie» y no entren para adentro.
     - Con lo que sí me han recompensado, porque al fin tengo un seguro médico, ha sido con una cierta cantidad de términos nuevos que han resultado del ciberespacio y que pueden incorporarse a mi sistema léxico: «chatear», «cliquear» y cosas por el estilo...
 La miro y pienso: La pobre Lengua Española, en esta nueva era de tecnología y comunicación electrónica le hemos hecho mucho daño. ¡Miradla! Sí, sigue viviendo, pero está tan fea, tan desarreglada, acortada, abreviada y sin forma...
  ¿No os parece que se merece un poco más de respeto? Una de las lenguas más melódicas y bonitas del mundo está perjudicada por la economía lingüística y llena de recursos audiovisuales. El pobre Góngora, que dedicó su vida a demostrar la belleza del español a través de su obra, tal vez se volvería a morir si se enterara de este desprecio al que ahora está sometido ella.

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